Similares a los delfines, los zifios o zifidos son cetáceos que habitan allí donde los humanos escasamente han podido llegar: el océano profundo. Poseen características muy especiales, para adaptarse a las particularidades del océano profundo, se sabe que son extremadamente sensibles a los sonares de los barcos, ya que son prácticamente ciegos y utilizan la ecolocalización para desplazarse en la oscuridad. Un verdadero submarino del mundo natural, aquí te contamos un poco más de este increíble habitante de las profundidades del mar.
El océano profundo esconde misterios que hasta el día de hoy no logramos develar en totalidad. Se dice que sabemos más del espacio que del mundo marino, menos de aquel sobre los dos mil metros de profundidad, la zona abisal, donde seres bioluminiscentes y animales que parecen sacados de un libro de ciencia ficción son parte del imaginario popular, sin embargo, pocos conocen que allí también habitan mamíferos: los zifios. Hasta ahora se han descrito 22 especies de la familia de los Ziphiidae, aunque se cree que pueden haber muchos más por descubrir.
Son de variados tamaños, miden entre cuatro y trece metros de longitud y llegan a pesar entre una o quince toneladas. La mayoría de las especies de esta familia tiene uno o dos pares de dientes, a excepción del zifio de Sheperd (Tasmacetus shepherdi) que tiene más piezas dentales. La mayoría de las hembras las tienen escondidas en las encías, mientras los machos ocupan el par de colmillos que poseen para pelear entre ellos y no particularmente para alimentarse. Estos comúnmente sobresalen de su hocico desde la parte inferior, lo cual marca el dimorfismo sexual de estas especies.
Son de costumbres profundas y pasan la mayor parte de su vida sumergidos en lo más hondo del océano, por eso es muy difícil verlos y estudiarlos, ya que casi nunca se ven en las costas y son fácilmente confundibles con otras especies de cetáceos. Su frente es amplia y con forma de globo, lugar que ocupa un órgano llamado melón, esencial para la ecolocalización. Al habitar un ambiente donde los rayos del sol no alcanzan a llegar, estos animales se adaptaron para conocer su entorno mediante el sonido: emiten un canto que es captado por este órgano y así interpretan el mundo.
Como todo mamífero tienen pulmones, y requieren salir a respirar. Esos son los momentos donde se pueden apreciar más cerca de la superficie. Su nombre, zifio, significa ballena con nariz de espada, y viene del griego xiphos (espada). Tienen dos agujeros por donde se asoman a tomar aire, aún así, son buzos tan bien adaptados que pasan el 90% de su vida en las profundidades del mar, batiendo récords en inmersiones a pulmón. Su hocico es similar al de el delfín pero más delgado, su cuerpo tiene la forma de una media luna y son mayormente de color gris.
En algunos lugares donde suelen frecuentar, se han tenido que delimitar los sonares de los barcos en altamar, ya que, al ser animales con un oído tan sensible, los estruendos les distorsiona la percepción, lo cual altera sus hábitos de buceo, provocándoles embolias y paros cardiacos, que se traducen en varamientos y muertes masivas. Estos cetáceos poseen una ecolocalización tan refinada que pueden percibir las ondas que emiten a cientos de kilómetros. Como muchos animales que viven en recónditos y oscuros hábitats, prácticamente no desarrollaron la visión.
En Chile se les puede encontrar en las profundidades de la Patagonia, como siempre, alejados de las costas. Si quieres conocer más sobre este alucinante y misterioso habitante del océano profundo te recomendamos el corto documental “Zifio, el último viaje” de Fundación MERI acerca del varamiento de un ejemplar en Caleta Tortel, Región de Aysén, en que personas e instituciones locales tuvieron que organizarse para lograr la misión trasladar el cuerpo a Santiago y así revertir, en parte, el poco conocimiento que se tiene de este cetáceo de aguas profundas.