Las biografías que más me han conmovido e inspirado son las de aquellas personas que desde el respeto y el amor comparten con otras especies como pares, conviviendo en comunidad en su hábitat, conociendo las distintas personalidades de los miembros que las integran y sin intervenir en sus rutinas. Esto sumado al aporte que han hecho para la conservación. La hiperconectividad en esta pandemia hizo posible tener una conversación con una de esas personas, había llegado el momento de charlar con “Orcaman”.

Las orcas (Orcinus orca) son los delfines más grandes del mundo, están distribuidas en todos los océanos, tienen marcadas estructuras sociales y destacan por ser depredadoras tope, nada en el mar caza orcas. Sus coordinados métodos de caza varían dependiendo de las familias, pero hay uno que capta las miradas por su espectacularidad: el varamiento intencional, donde el individuo sale del agua para capturar una cría de lobo o elefante marino que esté en la orilla, para luego volver al mar. Juan Carlos López fue el primero en exponer este fenómeno a la ciencia, el cual solo ocurre en dos partes del mundo, en Islas Crozet del Océano Índico y en la Península Valdés en la Patagonia Argentina, que es Patrimonio de la Humanidad por la Unesco desde 1999.

Juan Carlos observando el mar en busca de actividad (c)Juan Carlos López

Juan Carlos lleva casi medio siglo compartiendo con orcas, llegó desde Buenos Aires a la Provincia de Chubut para trabajar como buzo profesional en una empresa que hacía bautizos submarinos en Puerto Madryn, según recuerda “la pasaba más abajo del agua que arriba, transmitiéndole a la gente las bellezas que hay en el fondo del mar y la necesidad de conservación del océano”.

Luego tuvo la posibilidad de ser guardafauna en Península Valdés, específicamente en el sector Punta Norte, en el apostadero de elefantes marinos, donde estuvo desde 1975 y por más de diez años. Pasó de vivir en una de las ciudades con mayor cantidad de habitantes a un ambiente donde abundaba la naturaleza. En ese momento su hija tenía un año.

Desde sus inicios, motivaba a la gente con planes de educación y divulgación de lo que pasaba en esa zona y sobre la fauna que la habitaba. “Las personas se interesaban mucho, se iban absolutamente maravilladas a sus hogares”, dentro de esas labores, realizó el primer catálogo de orcas de Argentina, inspirado en quitarles el apodo de asesinas. Para esto, también tuvo la inspiración del investigador Roger Payne, quien lo motivó a realizar estos estudios, a pesar de no ser biólogo.

“Ahí empecé a ponerles nombres a las orcas, además del código de identificación, y eso trajo como consecuencia que cuando venían los turistas y miraban el catálogo decían – ¡Mira está Bernardo, Mel, Des, Blanca! – ahora las orcas eran nombres, no eran las ballenas asesinas”.

Bernardo haciendo varamiento intencional (c)Juan Carlos López

Al principio el gobierno local le decía que no trabajara con orcas, ya que si la gente sabía que habían en la zona, podría arruinar el turismo por el miedo que les tenían. Ahora, en cambio, son los íconos turísticos del lugar y cuentan con un reconocimiento mundial, que atrae año a año a visitantes de muchas partes del planeta que van a ver a las famosas de Península Valdés.

  • Los aportes a la ciencia

Desde la primera vez que vio una orca supo que dedicaría su vida a ellas y, según lo expresa con sus propias palabras, “para mí son mi familia, yo soy parte de la de ellas y ellas son parte de la mía. Son todo para mí, son mi mundo”. Esa fue la postura con la que “Orcaman” comenzó a aportar a la investigación científica.

“A mí me parecía que era algo normal lo del varamiento, pero cuando viajé a Seattle el año 79’ a un congreso internacional, presenté mi trabajo en poco más de 8 minutos. Mostré las imágenes que llevaba y fue un revuelo en el salón. Yo estaba asustado, era primera vez que participaba en un congreso científico, con más de 180 investigadores de mamíferos marinos de todo el mundo.  Fue la primera vez que alguien presentaba un trabajo donde las orcas varaban en la playa y estaban todos vueltos locos. “

De inmediato le pidieron que publicara un trabajo científico, lo que al principio le hacía ruido por no estar vinculado a una disciplina científica, pero le insistieron y publicaron su investigación es Estados Unidos, se trataba de la primera que abordaba el varamiento intencional como técnica de caza de una familia de orcas, años después se sumó la de Islas Crozet.

Peter a punto de capturar un lobo marino (c)Juan Carlos López

Juan Carlos se vinculaba con su familia marina desde la empatía y el respeto, observando y siendo observado. Son más de 28.626 horas las que ha estado mirando el mar en busca de orcas, de las cuales aproximadamente 1.900 han sido de avistamientos y contactos de distinto tipo. En este sentido, sus aportes han implicado conocer facetas sociales de las comunidades que habitan la zona, siendo a la vez parte de ellas.

Presenció varamientos fallidos donde otras orcas fueron en ayuda, golpeando la pedreguyo con las cabezas hasta que se hizo un hueco y pudo entrar agua para que la que estaba varada se deslizara y saliera. Cuando describe estos hechos, no escatima en calificativos de admiración y lo hace con una pasión que hace que uno no pueda más que tratar de imaginarlo lo más vívidamente. También evidenció que la labor de transmitir el conocimiento de estas técnicas estaba en las abuelas, consolidando la estructura matriarcal de estos delfines.

Estas observaciones constantes le hicieron notar que las orcas fallaban en sus ataques y le llamó la atención, ya que ellas tienen un sonar impresionante, que supera a cualquier invento humano ¿Por qué fallaban entonces si podían identificar exactamente la ubicación de su presa? Fue ahí que Roger Payne le facilitó un hidrófono y lograron darse cuenta de que cuando las orcas van a cazar no se comunican y usan un sonar pasivo, como cuando un submarino localiza peligro, y pasa a guiarse solo por fuentes de sonido. Cuando no están cazando, en cambio, hacen todo tipo de sonidos, como silbidos y chillidos, lo cuales Juan Carlos logra imitar a la perfección.

También colaboró el año 1989 para la BBC junto a David Attenborough. El equipo quería documentar orcas alimentándose, para sentar precedentes respecto a qué tan seguro era para buzos y científicos compartir aguas con estos depredadores. Esperaron las condiciones ideales para asegurarse que las orcas tuvieran hambre y bajaron a unos 5 metros de profundidad. Un grupo de 7 orcas pasó por el lado y nunca abrieron la boca, nunca los tocaron, solo miraron muy curiosas. De esa experiencia recuerda que “estaba solo un 70% seguro que no nos pasaría nada, el otro 30% eran 48 dientes cónicos en un animal de más de siete metros y varias toneladas de puro poder”. La BBC informó después de esas inmersiones de documentales de todo el mundo que era seguro documentar orcas.

Son muchas las historias de Juan Carlos con orcas y las recuerda todas con una enorme sonrisa. Lo seguían mientras patrullaba de ida y vuelta, lo iban a saludar cuando estaba sentado en la orilla comiendo un pan, jugaban a esconderse, si él les aplaudía le respondían con aleteos sobre el agua. Llegó a conocerles su carácter y personalidad, como una verdadera familia. Le ofrecieron financiamiento para investigar más de esas conductas, lo cual rechazó, ya que afirma que “no quiero meterme en la vida de ellas, no quiero hacer ese tipo de contacto, de llamar y que vengan”.

  • Vinculación social y activismo

Orcaman ha colaborado en la generación de leyes de protección de la fauna local y fuertemente involucrado en proyectos de educación. Desde el Club Municipal de Ciencia, donde participan de manera gratuita niños y niñas de 8 a 14 años, colaboró con la formación de personas preocupadas por el medio ambiente. Este proyecto sigue activo y según lo describe Juan Carlos, “enseña a respetar la naturaleza. Hay quienes empezaron de 7-8 años y ahora son profesores del Club. Ahora ellos enseñan lo que nosotros transmitimos y siguen un camino que va a generar nuevos profesores seguramente o defensores de la naturaleza, que es lo importante.”

Este mismo club le permitió participar en la generación de políticas públicas. El año 1998, fue la abuela de dos de los estudiantes que participaban de los cursos y le dijo que sus nietos le contaron todo lo que ocurre con el cautiverio, que había que hacer algo para que esto no siga adelante. Juan Carlos llevaba años luchando contra los acuarios, se sonríe al decir que tiene el enorme placer de ser odiado por ellos.

Pero resultó que esta abuela era diputada y lograron impulsar la Ley 25.052, que prohíbe la captura de orcas en Argentina. Dos años después, luego de publicar su libro, otra diputada lo contactó al enterarse de los mecanismos con los que los acuarios capturaban orcas varadas con la excusa de tener que rehabilitarlas antes y finalmente se las quedaban. Ese contacto tuvo como consecuencia la elaboración de la Ley 4597, que prohíbe la captura de orcas en Chubut. Si apareciera una varada, solamente puede intervenir un centro científico, no un acuario y con la obligación de devolverla al mismo lugar donde varó.  “Yo me siento placentero porque colaboré en ambas leyes y fue lindo”, comenta con mucha alegría.

En otra de sus hazañas, logró movilizar a literalmente todas las escuelas de la zona para hacer una intervención donde más de 5.000 estudiantes se tomaron de la mano en un acto simbólico, como prohibiendo a los adultos acercarse a la playa en un período en que Argentina iba a votar a favor de la caza de ballenas.

Juan Carlos junto a su hija Jessi y Des (c)Juan Carlos López

Respecto a este hito, cuenta que viajó a la Cancillería a entregar una caja con petitorios de los niños de Madryn para votar a favor de las ballenas y no de la matanza, “me recibió el canciller, le mostré que los niños le pedían que trabajara como adulto y salvara a las ballenas”, y Argentina votó en contra de la cacería de estos cetáceos. Hasta el día de hoy, hay personas que participaron en intervenciones de este tipo que se ponen a llorar cuando recuerdan esos momentos vividos a temprana edad.

Además de esto, lideró las normativas que regulan el turismo de observación responsable de especies en la zona. Ante todos estos aportes, afirma tener “el placer de haber cambiado la mentalidad y que ahora las orcas sean tan queridas, son íconos de la Patagonia las que varan en la playa. Es un placer enorme haber sido el primero que le mostró a la ciencia que eso pasaba.”

  • El panorama actual

Todavía hay muchos grupos de orcas que no están identificados o que tienen avistamientos esporádicos, se trata de una especie que se desplaza mucho. Juan Carlos cree que “muchas de estas deben entrar a la zona chilena, cruzar el Estrecho y meterse. Hemos visto orcas de la Patagonia incluso en Brasil, y Tierra del Fuego está ahí a la vuelta nada más.” Por lo mismo, el trabajo de foto identificación y el contacto con investigadores de otros países es crucial para seguir entiendo muchos de los misterios que todavía quedan de esta especie.

También es optimista al reconocer que “se ha avanzado mucho, las ONG, documentales, la investigación científica que se está abriendo al público, ya no es una caja cerrada. Muchos investigadores de cetáceos se están acercando al público a hacer charlas, ahora mismo por Zoom. Se está llegando a muchísima gente, que a la vez lo transmite. Se está haciendo mucho trabajo. Es importante transmitir, con eso proteges mucho la fauna”. Él, por su parte, está hoy en día volcado principalmente a la divulgación, en su rol como director del Proyecto Orca Patagonia – Antártida.

Orcaman logra transmitir las emociones que le producen los animales incluso por una videollamada, el impacto efectivo que han tenido sus acciones está dejando un legado de armonía entre la naturaleza y quienes habitan la zona, sea cual sea su especie. Este tipo de actitudes son necesarias para comenzar a darle al planeta el respiro que tanto necesita y revertir el daño que hemos causado. Hablar con Juan Carlos fue inspirador y también un recordatorio que es necesario vincularse con las instituciones que ponen la firma, tanto como con la comunidad en los distintos territorios para generar cambios. No aguanto las ganas de poder conocer a su familia.